viernes, 26 de agosto de 2011

johann wolfgang von goethe



Johann Wolfgang von Goethe
Nació en Fráncfort del Meno (Frankfurt am Main), hijo de Johann Caspar Goethe, un abogado y consejero imperial que se retiró de la vida pública y educó a sus hijos él mismo, bajo la máxima de no perder el tiempo en lo más mínimo, y de Katharina Elisabeth Textor, hija de un antiguo burgomaestre de Fráncfort. Estas vinculaciones familiares le pusieron en contacto desde el principio con el patriciado urbano y la vida política.
De inteligencia superdotada, y provisto de una enorme y enfermiza curiosidad, hizo prácticamente de todo y llegó a acumular una omnímoda o completa cultura. Primeramente estudió lenguas, aunque sus inclinaciones iban por el arte y nunca, a lo largo de toda su vida, dejó de cultivar el dibujo; al tiempo que escribía sus primeros poemas, se interesó por otras ramas del conocimiento como la geología, la química y la medicina.
Goethe estudió Derecho en Leipzig (1765); allí conoció los escritos de Winckelmann sobre arte y cultura griegas, pero una grave enfermedad le obligó a dejar los estudios en 1768 y volver a Fráncfort; Katharina von Klettenberg, amiga de su madre, le cuidó y le introdujo en el misticismo pietista, que ponía su énfasis en el sentimiento dentro de la confesión protestante; por entonces compuso sus primeros poemas. Retomó los estudios en 1770 en Estrasburgo y los concluyó al año siguiente; esos dos años allí fueron muy importantes para él: conoció a Friederike Brion, que le inspiró la mayoría de sus personajes femeninos, y trabó amistad con el teólogo y teórico del arte y la literatura Johann Gottfried von Herder. Herder le introdujo en la poesía popular alemana, le descubrió el universo de Shakespeare y le liberó definitivamente del Neoclasicismo francés y de la confianza en la razón de la Aufklärung alemana.
Vuelto de nuevo a Fráncfort, escribió la tragedia Götz von Berlichingen (1773) y al año siguiente su novela Las cuitas del joven Werther (1774) y colaboró con Herder en la redacción del manifiesto del movimiento Sturm und Drang («Tempestad e ímpetu»), considerado el preludio del Romanticismo en Alemania: Sobre el estilo y el arte alemán (1772). En esta obra se reivindica la poesía de James MacPherson (Ossian) y de Shakespeare.
La inspiración del Werther la encontró a mediados de 1772 cuando, mientras era practicante como abogado en el tribunal de Wetzlar, se enamoró de Charlotte Buff, la novia y prometida de su colega, por esa época también jurista practicante, Johann Christian Kestner. Concomitantemente, un joven jurista atormentado por un amor no correspondido se suicidó utilizando una pistola prestada por Kestner. Estos dramáticos hechos hicieron que Goethe abandonara finalmente Wetzlar e inspiraron en 1774 la composición de la novela, en parte epistolar. Las desventuras del joven Werther tuvieron un éxito tan grande y representó tan bien en la figura del protagonista el desencanto de las jóvenes generaciones que suscitó una epidemia de suicidios adolescentes en el país.
En la primavera de 1775 Goethe se comprometió con la hija de un banquero de Fráncfort, Lili Schönemann, compromiso que debido a incompatibilidades sociales y de estilo de vida de las respectivas familias no llegó a concretarse en matrimonio. Este noviazgo terminó en el otoño de ese mismo año.
Entre 1772 y 1775 escribió además los dramas Clavijo (1774) y Stella (1775). Mientras, intentaba abrir con poca fortuna en Fráncfort un bufete de abogado, y como además había roto su compromiso de matrimonio con Lili Schömemann, no dudó en 1775 en aceptar la invitación a la Corte de Weimar de Carlos-Augusto, heredero del ducado de Sajonia-Weimar, y marchó hacia allá prácticamente huyendo de las dos cosas, de la abogacía y del compromiso sentimental.
Entró al servicio del príncipe heredero Carlos Augusto y fijó su residencia en Weimar ya hasta su muerte. Las tareas que éste le encomienda le hacen abandonar prácticamente la literatura durante casi diez años. Allí Anna Amalia, madre de Carlos Augusto, que había empezado a crear un círculo de intelectuales con el preceptor de su hijo, Wieland, lo amplió al incluir en él a Goethe y posteriormente Herder y Friedrich von Schiller; fugazmente pasaron también por allí Jakob Michael Reinhold Lenz y Friedrich Maximilian Klinger. Goethe pasa de ser consejero secreto de legación (1776) a consejero secreto (1779) y finalmente se convierte en una especie de ministro supremo.
Inicia en esa época sus investigaciones científicas. Interesado por la óptica, concibió una teoría distinta a la de Isaac Newton sobre los colores y también investigó en geología, química y osteología, disciplina esta última en que descubrió el hueso intermaxilar en marzo de 1784, que pone una de las primeras piedras en la teoría de la evolución del hombre, aunque en esto se le adelantó por muy poco un anatomista francés, lo que le supuso una gran frustración. Las cartas a Charlotte von Stein dan fe de esta época de su vida, envuelta en todo tipo de encargos y gestiones para reformar el muy pequeño y humilde estado de Weimar.
Desde un puesto tan importante tuvo la oportunidad de relacionarse con la alta aristocracia y conoció a personajes notables, como Napoleón Bonaparte, Ludwig van Beethoven, Friedrich von Schiller y Arthur Schopenhauer. En 1782 fue añadida la partícula von a su apellido por el mismo Duque Carlos Augusto pese a las protestas de la nobleza, para formar parte de la Corte con un cargo equiparable al de los restantes ministros, pertenecientes todos a ella.
Ingresó en la Masonería el 11 de febrero de 1783, aunque según el escritor masónico Lorenzo Frau Abrines,1 la fecha de su ingreso es anterior, el 23 de junio de 1780, dentro de la efímera logia Amalia, que abatió columnas dos años después. En 1830, dos años antes de su muerte, Goethe compuso un poema titulado Para la fiesta de San Juan de 1830, en ocasión de celebrarse su cincuentenario como miembro de la masonería. A su condición de masón y a su paso por la Masonería, así como a otras aficiones que al parecer cultivó, se atribuye influencia en su obra, especialmente en Fausto.
Por otra parte, seguía profundizando en el estudio del teatro de William Shakespeare y de Pedro Calderón de la Barca, algunas de cuyas obras (por ejemplo, El príncipe constante de Calderón) hace representar con éxito como encargado del teatro en la Corte de Weimar; en estas funciones empezó a cartearse con Schiller. Las lecturas teatrales de estos autores amplían notablemente los horizontes de su espíritu. Le domina además el entusiasmo ante la falsa poesía céltica de Ossian y escribe un famoso monólogo del gran dios del Romanticismo, Prometeo, que personificaba el genio rebelde de los creadores y del cual se sintió justamente orgulloso:
Fue como la mecha que provocara el estallido que descubrió y sacó a plena luz las más secretas condiciones de hombres dignos. (Poesía y verdad, lib. XV)
Así fue en efecto, en lo referido al movimiento conocido como titanismo, uno de cuyos más preclaros representantes fue Giacomo Leopardi. Merced a Goethe, Weimar se convirtió en el auténtico centro cultural de Alemania; allí compuso poemas inspirados por Charlotte von Stein y empezó la redacción de sus obras más ambiciosas, como sus dramas Ifigenia en Táuride (1787) Egmont y Fausto, que luego revisaría a fondo tras la profunda impresión que recibió en su trascendental viaje a Italia (1786–1788), que cambió su desequilibrada estética romántica por el equilibrio clásico. Empezó en Venecia, donde compuso sus Epigramas venecianos, y terminó en Roma, donde estudió la cultura grecolatina a fondo; de esta época son sus Elegías romanas. El viaje a Italia supone el comienzo de su periodo clásico.
Sin embargo, a su regreso a Weimar en 1788 se encuentra una gran oposición a su nueva estética; es más, se forma un cierto escándalo cuando llega a divulgarse que desde ese mismo año vive amancebado con una jovencita, Christiane Vulpius (1765–1816), que le dio al año siguiente un hijo, Julius August Walther von Goethe (1789–1830); cuatro abortos sucesivos posteriores inducen a creer que entre ambos había incompatibilidad de grupos sanguíneos, en aquella época desconocida. Goethe legitimó a su único hijo en 1800.
No abandonó completamente su pretensión de labrarse una carrera científica. En Zur Farbenlehre, 1810, intentó refutar con poca fortuna la teoría de los colores de Newton. En el primer volumen de esta obra se halla la que es sin duda la primera historia comprensiva de la ciencia.
Dirigió el Teatro ducal entre 1791 y 1813 y con motivo de este cargo conoció en 1794 al dramaturgo Friedrich von Schiller, con el que sostuvo una luenga amistad y cierta correspondencia epistolar hasta la muerte de éste en 1805. Schiller publicó las hasta entonces inéditas Elegías romanas de Goethe en su periódico, Las Horas, en 1795. También imprimió la novela Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796) y la novela en verso Hermann y Dorothea (1798). Schiller incitó a Goethe a que prosiguiera en la gran obra de su vida, el Fausto, poema que no paraba de corregir y ampliar y cuya primera versión apareció en 1808. Desde dos años antes se hallaba ya casado con Christiane Vulpius, quizá para acallar a quienes criticaban su estilo de vida. El hecho más importante quizá de esta época de su vida es su entrevista en Erfurt con Napoleón I en 1808, cuando el ejército francés ocupaba parte del territorio prusiano en el marco de las guerras Napoleónicas.
La Revolución francesa supuso para Goethe un gran trastorno; algunos de sus epigramas venecianos ya tratan este tema, pero como su pensamiento se hallaba por completo imbuido del equilibrio y armonía del clasicismo y veía el ser como una totalidad orgánica a partir de la filosofía de Kant, el desarrollo de la revolución y el cambio provocado por la violencia le parecían una atrocidad. Eso se plasmó en algunas obras de entonces, como la colección de novelitas breves Conversaciones de emigrados alemanes (1795), la obra épica Germán y Dorotea (1797) y la tragedia La hija natural (1799 y ss.). Algo después aparecen las novelas de madurez: Las afinidades electivas (1809) y Los años de peregrinaje de Wilhelm Meister (1821, revisado en 1829), así como un diario de su viaje por Italia, Viajes italianos (1816), su autobiografía Poesía y verdad en varias entregas (1811–1833) y un poemario, Diván de Oriente y Occidente (1819), donde se deja sentir algo el influjo de la poesía oriental. Goethe murió en Weimar el 22 de marzo de 1832. La versión final de su gran poema coral Fausto apareció póstuma ese mismo año.
De ese viaje por Italia son fruto también los Epigramas venecianos, entre los cuales hay algunas meditaciones profundas sobre la contemporánea Revolución francesa o el significado de la vida y de la cultura. La postura política de Goethe es sin embargo conservadora: «prefiero la injusticia al desorden», escribirá. Eso le supuso algunos recelos por parte de otros artistas a los que no les importaba en lo más mínimo no acordarse con su contexto social, como por ejemplo Beethoven. En las dos versiones de su complejo y grandioso Fausto se encuentra el último mito que fue capaz de engendrar la cultura europea, el de cómo la grandeza intelectual y la sed omnímoda de saber pueden, sin embargo, engendrar la miseria moral y espiritual. Por otra parte, en la lectura y estudio de Spinoza encuentra también un consuelo al desequilibrio romántico que le embargaba, como cuenta en Poesía y verdad, donde se extiende en comentar especialmente su frase de que «quien bien ama a Dios, no debe exigir que Dios le ame a él».
Goethe disfrutó ya en vida de fama, respeto, prestigio y admiración. Delacroix le retrató en una litografía en 1827, aparte de ilustrar Fausto y Götz von Berlichingen. Por ello, fueron muchos los jóvenes de su época que quisieron conocerlo en persona o, cual se suele pedantescamente decir: vera effigies. Por otra parte, su secretario, Eckermann, anotaba cuidadosamente sus conversaciones con el maestro a lo largo de los años y escribió unas Conversaciones con Goethe, donde aparecen reflejadas las opiniones que en sus últimos años sostuvo sobre esas visitas y también sobre todo lo divino y lo humano.








REUMEN LITERARIO DE LA OBRA:     “FAUSTO”
Trabajo de Literatura.
Obra: Fausto
Autor: Johann Wolfgang Von Goethe
Editorial: Espasa
Nº de edición
Año: 1808, primera parte; 1832 segunda parte
RESUMEN DE LA OBRA:
Esta obra se divide en dos partes, que tienen muy pocas cosas en común, por eso es necesario trabajarlas por aparte, pero sin perder de vista a los dos personajes centrales de la obra: el doctor Fausto y Mefistófeles.
PRIMERA PARTE:
La obra empieza con una escena en el cielo, en la que Dios y Mefistófeles (el Diablo) hacen una apuesta, la cual estipula que Mefistófeles podrá sacar del buen camino al doctor Fausto, cosa que Dios no cree posible.
El doctor Fausto se encuentra pensando en su habitación, y su discípulo Wagner viene a buscarle para recordarle que pronto vendrán los días de fiesta, y le manifiesta sus intenciones de salir a socializar con la demás gente. Fausto y Wagner salen al pueblo, y al rato de caminar, Fausto se sienta en una roca, y vea a un perro negro que aparenta estar perdido, y que se le va acercando poco a poco. Al llegar el perro al lugar donde Fausto y Wagner se encontraban, Fausto se encariña con el perro, y al encontrarlo inofensivo, decide llevarlo a casa.
Al llegar a casa este perro que Fausto recogió resulta ser Mefistófeles, y hablan durante un buen rato sobre los placeres de la vida humana, pero luego Mefistófeles engaña a Fausto y se va, prometiendo volver.
A su vuelta, Fausto y Mefistófeles hablan con mayor confianza, y llegan a un pacto: Fausto acepta dar su alma al diablo, si este es capaz de proporcionarle los más intensos placeres de la vida humana, y se estipula que al llegar el placer a la intensidad en la cual Fausto no pueda soportarlo y decida detenerse y vivir ese momento eternamente, podrá morir.
Salen así Fausto y Mefistófeles a su cometido, y acuden a buscar a una vieja bruja servidora de Mefistófeles, y le piden que le dé a Fausto una pócima (no se aclara el efecto de la pócima en el libro, pero se deduce que es para conservar la juventud). Durante su estancia en la casa de la bruja, Fausto ve en un espejo la imagen de una mujer de la cual queda bastante impresionado, a causa de su hermosura, y exige a Mefistófeles como parte de su trato que le permita conocerla.
Parten desde la cueva al pueblo donde se desarrolla la mayor parte del primer fragmento de la historia, y es ahí donde Fausto vea a Margarita y le ofrece compañía, pero esta rechaza su oferta y se va profundamente consternada por la aparición de Fausto.
Fausto, profundamente enamorado, pide a Mefistófeles ayuda para conquistar a tan linda señorita, pero este le responde negativamente, y se justifica en el hecho de que Margarita es una persona libre de pecado, y el no tiene ningún poder sobre ella; a cambio le ofrece ir a su habitación para poder disfrutar por un instante de su espacio.
Ya en la habitación de Margarita, Fausto envía a Mefistófeles en busca de un cofre lleno de alhajas y espectaculares joyas para regalarle a su amada, y poder así abonar el terreno para un futuro.
Se van de la habitación y llega Margarita, y al encontrar el cofre lleno de joyas queda profundamente extrañada y agradecida, se lo cuenta a su madre; y esta ve algo de impío en este extraño suceso y decide contárselo a su confesor, y este le recomienda ceder estas joyas a la iglesia, ya que de seguro algo de diabólico tenía que haber en ellas.
Este suceso no desanima a Fausto, y decide repetir la misma estrategia, pero esta vez con un cofre mucho más rico en joyas y piedras preciosas que le consiguió Mefistófeles. Margarita, sorprendida, se lo cuenta a su amiga Marta, la cual le recomienda que no se lo diga a su madre, ya que seguramente se repetirá la historia del cofre anterior. En ese momento llega Mefistófeles, el cual base de engaños consigue un encuentro clandestino entre el, Margarita, Fausto y Marta. En este encuentro Fausto declara su amor a Margarita, y esta le corresponde con el mayor sentimiento de culpa, ya que eso estaba mal visto por la sociedad de esa época. Estos encuentros se repitieron unas cuantas veces y en uno de ellos Margarita expresa a Fausto su inconformidad con Mefistófeles, ya que lo encuentra maligno y perjudicial.
Unas noches después, Fausto y Mefistófeles tienen una riña con Valentín, hermano de Margarita, y le dan muerte. Ellos huyen, pero Valentín no está completamente muerto. Margarita sale a su auxilio, y con sus últimas fuerzas Valentín maldice a Margarita y le augura un mal futuro.
En una catedral se encontraba Margarita y es profundamente atormentada por un espíritu maligno, que la maldice y le hace ver lo pecadora que fue.
Mientras esto pasaba, Fausto Y Mefistófeles van a la noche de Walpurgis, confusa parte de la obra en la que Fausto y Mefistófeles hablan acerca de Margarita, y luego de terribles acontecimientos Fausto sale con prisa en busca de Margarita, la cual se encuentra en prisión.
Llegan a la prisión, y se encuentran con el triste hecho de que Margarita será ejecutada la mañana siguiente, y deciden partir, pero Margarita no se va con Fausto, debido a que este estaba acompañado por Mefistófeles, y esto le parecía insoportable. Se van así Fausto y Mefistófeles y dejan a Margarita a su suerte; y este es el fin de la primera parte.
SEGUNDA PARTE:
La segunda parte se desarrolla en un ambiente medieval, lleno de elementos fantásticos y mitológicos.
Empiezan Fausto y Mefistófeles engañando a un torpe y joven emperador haciéndose pasar por brujo y bufón respectivamente.
El imperio se encuentra en crisis económica, y Fausto junto a Mefistófeles le proponen una eficaz solución al emperador, y al ponerla en práctica esto resulto bastante productivo. Es así como el emperador acoge a Fausto y a Mefistófeles en el seno del imperio.
El emperador, a manera de exigencia, pide a Fausto que les traiga a Elena, belleza entre bellezas, y a Paris, mitológico héroe. Esto supuso muchos esfuerzos por parte de Fausto, pero con la ayuda de Mefistófeles lo logro.
En el siguiente acto de la obra, aparece Elena en frente del palacio de Menelao, su padre. Pero es recibida por Forkyas, y esta le comunica que de entrar a palacio será ejecutada por su padre, y que su única salvación es huir. Se va entonces Elena, y llega al palacio de Fausto en donde es recibida con lujos por Fausto.
Se cambia la escena a profundos bosques llega Forkyas al palacio de Fausto y le comunica que Menelao está próximo a su palacio, y que viene en pie de guerra. Luego tras confusas escenas, desaparece Elena, y Fausto es elevado a la región etérea por el vestido de Elena.
Cae fausto de la nube, y se encuentra con Mefistófeles en lo alto de una montaña. Al escuchar los tambores y la música de guerra buscan a 3 feroces guerreros que les ayuden en su campaña contra el enemigo, y bajan a ponerse a órdenes del emperador. Se desata feroz batalla, y Mefistófeles usa toda su magia para derrotar al enemigo, y con esto se ganan el favor del emperador.
El emperador cede a Fausto un extenso feudo en las costas del imperio, pero el arzobispo le advierte que se está metiendo con el mismísimo Diablo, y le pide que le otorgue todos los impuestos y las regalías de dicho feudo a la iglesia.
Fausto lleva a cabo su sueño (ganarle terreno al mar) en su feudo, y es así como completa su felicidad plena, y al decirle esto a Mefistófeles, Fausto muere, pero en su muerte se arrepiente, y Mefistófeles es engañado por niños y Ángeles, y se le escapa el alma de Fausto, quedando así inconcluso el pacto. Este es el fin de la obra.